Periprosthetic Joint Infection
La infección de la prótesis es una de las peores complicaciones que puede sufrir un paciente intervenido por artrosis de rodilla o de cadera. El paciente que se opera con el objetivo de mejorar su dolor y la función de su articulación dañada, acaba en una situación mucho peor que antes de operarse, con la frustración lógica que esto conlleva. El diagnóstico y el tratamiento de las infecciones protésicas es complejo por lo que debería ser asumido solo por expertos en el área, con el objetivo de conseguir los mejores resultados en el menor tiempo posible, evitando someter a los pacientes a pruebas diagnósticas innecesarias y a múltiples intervenciones quirúrgicas.
¿Qué es una infección protésica? La infección de una prótesis es una de las peores complicaciones que puede sufrir un paciente intervenido de una artroplastia. El paciente, que se ha operado con el objetivo de mejorar el dolor y la función en su articulación dañada, acaba en una situación mucho peor que antes de intervenirse, con la frustración lógica que esto conlleva. La infección protésica supone la invasión de la superficie de los implantes protésicos por microorganismos patógenos, normalmente bacterias.
¿Por qué se producen las infecciones de las prótesis? Este es un tipo de infección que se basa en la capacidad de ciertas bacterias para adherirse a la superficie de la prótesis, multiplicarse y formar una estructura llamada biofilm. La infección se produce tras la llegada de patógenos (bacterias) al implante y esta tiene lugar, en la mayoría de los casos, durante el procedimiento quirúrgico; menos frecuentemente se produce a través del torrente sanguíneo desde focos remotos de infección (infección protésica hematógena). La infección de una prótesis nunca se debe al “rechazo de la prótesis”, como frecuentemente oímos decir a nuestros pacientes y tampoco se produce por un "virus del quirófano", ya que en el 99% de los casos, la infección es bacteriana. La existencia de dicho biofilm es responsable de que la infección protésica sea una entidad difícil de diagnosticar y tratar.
¿Es frecuente? El riesgo de infección tras la implantación de una primera prótesis articular, en pacientes sanos, ha sido establecido alrededor del 1-3%. Esta puede ser mucho mayor (>15-20%) en pacientes con ciertas enfermedades de base (diabetes, artritis reumatoide, infecciones previas, etc.) o en pacientes sometidos a recambios de prótesis. Se considera que la infección es la primera causa que hace fracasar a una prótesis de rodilla (el 25% de los fracasos de una prótesis de rodilla son por infección) y la tercera que hace fracasar a una prótesis de cadera (el 15% de los fracasos de una prótesis de cadera son por infección). En otras articulaciones, como el hombro o el tobillo, las cifras pueden ser mucho mayores.
¿Qué síntomas alertan al paciente de estas infecciones? En casos de infección protésica crónica, el dolor es el síntoma principal que manifiesta el paciente. Es frecuente que el paciente no entienda que su prótesis esté infectada, ya que “nunca ha tenido fiebre” y no ha experimentado otros signos que normalmente asociamos a la infección. La ausencia de signos y síntomas típicos de infección es una característica de la infección protésica. La salida de material purulento es poco frecuente, pero es definitoria de una infección crónica de la prótesis. La falta de movilidad o el aflojamiento precoz de la prótesis son también signos clásicos asociados con la infección. Pero como decimos, el dolor es el síntoma principal y la existencia de una infección siempre se debe descartar en todo paciente con una prótesis que duele.
¿Qué debe hacer el paciente con infección en las prótesis? El diagnóstico y el tratamiento de las infecciones protésicas es complejo, por lo que solo debería ser asumido por expertos en el área. El objetivo es, como no puede ser de otra forma, conseguir los mejores resultados en el menor tiempo posible, evitando someter a los pacientes a pruebas diagnósticas innecesarias y a múltiples intervenciones quirúrgicas. No olvidemos que, en casos complejos de infección protésica, la extremidad y/o la vida del paciente pueden ponerse en riesgo. El tratamiento de la infección es siempre quirúrgico, solo la cirugía puede erradicar una infección protésica. En la mayoría de casos será necesaria la extracción quirúrgica de los componentes protésicos infectados. Como es obvio, tras la retirada de la prótesis infectada, implantar una nueva prótesis, libre de infección, es obligatorio para lograr una función correcta y conseguir el alivio del dolor. Esto lo podemos realizar con un protocolo de recambio protésico en un tiempo (quitar el implante infectado y colocar uno nuevo durante la misma cirugía) o con un recambio protésico en dos tiempos (al paciente se le implanta, de forma temporal, un espaciador con antibióticos, hasta que la infección se controla y puede implantarse una nueva prótesis con seguridad). Ambos procedimientos son eficaces si se indican en el paciente adecuado. Una valoración detallada, caso por caso, es fundamental para ofrecer a cada paciente la mejor solución. En manos expertas, se consigue la curación definitiva de la infección protésica en más del 85% de los pacientes.